AMANDA LEAR

Cuando estalló la fama mundial de Amanda Lear como musa y protegida de Salvador Dalí, como amante de David Bowie; después reina y supervendedora de la música disco (por este orden), no pude menos que recordar atónitó cuando y como la conocí.

Amanda Lear
Amanda Lear

Sobre todo, cuando los titulares de los periódicos aseguraban que la leyenda de ser un transexual había sido un “invento” de sus famosísimos protectores, como gancho publicitario. Porque realmente era toda una mujer, tal cual mostró en las páginas de “Playboy” y seguía mostrando en los momentos propicios.

Pero cuando la conocí, nos la presentaron como transsexual (aunque fuera una rubia despampanante) y hacía un show de strip-tease en un cabaret de la barcelonesa calle Escudillers.

A Peki D’Oslo (así se llamaba y se anunciaba entonces) la trajo un compañero a la redacción de la revista “Mía”, para tomarle unas fotos publicitarias, fumando un cigarillo (hasta ese punto ha cambiado todo) y después fuimos a comer.

A partir de ahí, me siguió invitando a que la acompañara, ya que por entonces no tenía amigos en su primer viaje a Barcelona.

Nunca fui a ver el show, ni  me pernitían la entrada, ni hubieran consentido mis padres que saliera de noche y regresara a esas horas a casa. Tampoco me invitó jamás Peki, ni tan siquiera me hablaba de ello, ni del trabajo, ni de esa parte de su vida. Peki hablaba un montón de idiomas, pero hablaba muy poco. La veía de día (mejor dicho por las tardes, porque se levantaba al mediodía), después desaparecía al anochecer, como una cenicienta tras la puerta giratoria del hotel Avenida Palace, para prepararse para el show de la noche en el “New York”

Sí me contaron que estaba espectacular, que hacía un número con un látigo y que sujetaba su “cosa” con un esparadrapo entre las piernas.

Pero Peki era una delicia de persona: encantadora, simpática, amable, educada, divertida y sencilla. Con el tiempo, Gizelle D’Cole me la ha recordado en cuanto al físico y al comportamiento.

No tenía dobleces, ni gustos complicados. Todo lo contrario. Un día fuimos al cine Pelayo a ver una película de “Superman” japonesa, con el héroe chiquitito en blanco y negro, la disfrutó como una niña y nos quedamos a verla repetida (eran los tiempos de la sesión contínua).

Disfrutaba como una chiquilla la travesía con “la golondrina” desde el Puerto de Colón al Rompeolas.

Amanda Lear

Otro día, en que tenía “la noche libre” de su show, pasamos por el Mercado de las Ramblas y compró una bolsa de naranjas navels, se las llevó al hotel para cuando le entrara hambre por la noche, pues no salía.

Y me contaron otra cosa: en la sala que actuaba, se negaba a alternar tomando copas con los clientes, cosa totalmente normal (y hasta obligatoria a veces) en aquellos tiempos, no sólo por tener contento al dueño de la sala, sino para aumentar el salario con comisiones; por cada vaso de wshisky que el cliente se tomaba y el “té” que les servían a las alternadoras, como si se tratara de whisky.

Como digo, nunca me habló del “tema”.

Y seguro que lo daría por muerto y sepultado para siempre, cuando se casó con el aristócrata Alain Philippe Malagnac d’Argens de Villele (1979), que murió en un incendio (2000) en su casa cercana a Avignon (al Sur de Francia), que fue diseñada por Dalí, destruyendo pinturas del genio, de ella misma y de realistas españoles.

Allí reside Amanda actualmente.

Claro que, para llegar al momento del matrimonio, según contaban, le habían practicado una operación de cambio de sexo en la clínica del Dr.Bourou en Casablanca (que era la meca de esa cirugía) y que seguramente la pagó Dalí.

No es más que uno de los tantos misterios que la rodearon desde que llegó a Paris para abrirse camino como modelo. Me dijo, por ejemplo, que había nacido en Hong Kong, de padre francés y madre china, aunque no tuviera el clásico aspecto exótico. Sin embargo, después me dirían, unos que nació en Suiza, otros que nació en París. Que fue el marido de una famosa estrella francesa quien le consiguió el pasaporte de Hong Kong (y aprovecharon para quitarle algunos añitos). Hasta dicen que nació en Provence (Francia) o en Saigón, siendo su padre un  militar anglo-francés, que servía en la armada francesa en Indochina, y su madre una rusa-asiática. Bautizad@ con el nombre de Alain Tapp. En cuanto a las fechas de nacimiento, según quien te lo cuente (ella, sus amigas o sus enemigas) oscilan desde 1939 hasta 1948, pasando por 1941 y 1945.

Ella puede decir la que quiera pues tiene figura y juventud (hablo de sus apariciones personales en los años 2000 a 2005) para echar por tierra todas esas fechas.

Llegamos al nuevo siglo con una vigencia total de Amanda Lear, que resucitó su carrera discográfica, reapareció en la TV italiana, alemana y francesa, pinta (mejor profesor del que tuvo ella, es imposible de tener), escribe (cuando tuvo un accidente de auto y estuvo hospitalizada, dio vida al libro “L’immortal” sobre una mujer que vive por siempre y se deprime al ver cómo van muriendo y envejeciendo aquellos a los que ama”), grabó 10 álbumes (8 a 10 millones vendidos) y 40 a 50 singles (15 a 30 millones vendidos), pintora, fotógrafa, etc.

Dalí y Amanda Lear april 16 1973

En el 2005, conmemorando el centenario del nacimiento de Dalí con un Homenaje en Perpignan, Amanda asistió a la exhibición litográfica “Venus to the Furs” (ella había sido la modelo) y a la exposición fotográfica “Dali as seen by Amanda Lear and Dali as seen by Yul Brynner”.

La fotografía fue la pasión del “divino calvo” (como de Gina Lollobrigida y de otras celebridades), pero la fama es tan efimera que el otro día, comiendo con la bella Odalys García y un promotor de EMI, recordé a Yul y ninguno de ellos decía conocerlo, recordarlo o peor, saber quién es. Goodbye, “The King and I”. Sic transit Gloria.

P.D.- Un día, en uno de mis múltiples viajes entre Barcelona (donde vivía mi familia) y Paris (donde yo estudiaba) en tren, tenía que hacer un transbordo en la estación de Figueras. Era muy temprano, me senté fuera en una mesita para tomar un café con leche. Y veo acercarse caminando (o arrastrando los pies, en lo que parecían zapatillas), abrigado, con gorrito y sostenido por dos hombres, uno a cada lado, a cuyos brazos se asía fuertemente, con los evidentes síntomas del parkinson. Me pareció la visión de un juguete roto. Lo era. Salvador Dalí. El divino Dalí, al que tanto admiré como personaje (y sigo admirando como pintor). Pasó a un metro de mis narices. Todavía no puedo creerlo. No quise ni saludarlo, ni felicitarlo, me pareció tan frágil que hasta una palabra hubiera podido quebrarlo. La única vez que lo he visto, la primera y la última. Murió poco después (enero del 89).

1 comentario

  1. Buongiorno signor Duran, mi piacerebbe sapere quando ha conosciuto Amanda Lear. Mi riferisco
    al periodo in cui si esibiva nei locali di Barcellona con il nome d’arte di Peki d’Oslo. Forse erano
    gli anni 1965-1966? Mi piacerebbe sapere di più. La ringrazio per la cortese attenzione. Grazie.

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